El día 4 de enero de 1852 nace en Granada, cerca de la parroquia de Santa María Magdalena, Teresa Titos Garzón, en el seno de una familia de clase media que, sin conocer carencias económicas, destaca por sus virtudes cristianas.
Dotada de una exquisita sensibilidad y una profunda religiosidad, Teresa Titos se incorpora a los 19 años al Beaterio de Santo Domingo -que transformaría, tras muchas dificultades, en Real Colegio de Santo Domingo, en 1905- y es nombrada rectora del mismo al cumplir los 31. Allí, asimila la riqueza de la espiritualidad dominica, haciendo suyo el lema de la Orden de los Predicadores: «Contemplar y dar lo contemplado».
Siente la llamada de Dios a través de su compromiso evangelizador y de educación cristiana, en función del cual pone a disposición todos los medios a su alcance, materiales y espirituales, personales e institucionales.
Aunque en posesión del título de Magisterio, es la cruda realidad del Realejo, popular barrio granadino donde está enclavado el beaterio, la que despierta en ella su vocación educadora, sintiéndose especialmente interpelada por el abandono que sufre la mujer en el campo cultural y formativo.