Antonia Tirado, que posteriormente tomó el nombre de Sor María Antonia de Jesús, nació el 13 de diciembre de 1740, en Jerez de la Frontera, Cádiz. A los 9 años cayó enferma al punto de casi perder la vida, por intercesión de Santo Domingo recuperó la salud y desde entonces hizo la promesa de hacerse dominica de clausura, pero Dios le tenía destinado otro fin para el que se mostró disponible.
Hasta 1799 no logró la fundación del Beaterio del Santísimo Sacramento y vivir en comunidad, pero llevó una vida de increíble austeridad y penitencia en su propia casa, acompañando a su hermano sacerdote y párroco de la Colegial, actual Catedral de Jerez. Dirigida espiritualmente por santos y sabios sacerdotes, entre ellos el Beato Diego José de Cádiz, y Fray Francisco González OP, subió la pendiente de la santidad, empleándose en obras de caridad, en la conversión de pecadores, y en la sanación de enfermedades corporales, superando constantes ataques del maligno.
El Señor le dotó con extraordinarios carismas, entre ellos la estigmatización, que coronó su plena entrega a una vida de cruz y consagración a Cristo en los pobres. Escribió un diario por orden de sus directores, en el que dejó admirables páginas de doctrina espiritual, junto con el testimonio de las revelaciones y dones con que el Señor la favoreció.
Sufrió muchas persecuciones y hasta ataques físicos por parte de personas que la creían hipócrita, sobrellevó estas injusticias con increíble paciencia y sin quejarse ni de las calumnias ni de los malos tratos. Tuvo especial devoción a la Santísima Trinidad y a la Eucaristía, vivió nutriendo su espíritu dominicano a la luz de la Verdad de la Palabra, teniendo como gran devoción y predilección el rezo del Santo Rosario. En su itinerario espiritual llegó a las más altas cumbres de la Mística, habiendo sido llamada “La Gran Mística de Jerez”.
A su muerte, 19 de abril de 1810, la ciudad le tributó un clamoroso homenaje de admiración y proclamó su santidad. Fue enterrada en la Colegial hasta su posterior traslado a la Iglesia de su convento. En 1915 tres beaterios dominicanos se fusionan para formar la actual Congregación de Dominicas del Santísimo Sacramento, la cual, asume el carisma de compasión y entrega de la Madre Antonia. Hoy sus hijas, ejercemos nuestro servicio de educación, formación y evangelización en los lugares donde hace falta la luz de Cristo.